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Gasto emocional

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Siete consejos para reconocer y evitar el gasto emocional

¿Sabías que las emociones pueden llevarnos a gastar más dinero de lo que en realidad podemos? Cómo no caer en “la tentación” siguiendo estos tips.

A quién no le gusta salir de comprar y darse gustitos con la plata que tanto esfuerzo, tiempo y energía nos costó conseguir. Está perfecto hacerlo. Sin embargo, cuando se hace de manera emocional, puede ser muy peligroso.

Qué es el gasto emocional

En simples palabras, el gasto emocional es aquel que realizamos “siguiendo a nuestro corazón” y no “a nuestro cerebro”. Toda compra que no necesitamos, pero que igualmente hacemos, por estar tristes, enojados o aburridos, es un gasto emocional. Por ejemplo, si necesitamos comprar una computadora para trabajar porque la que teníamos se rompió, e investigamos características y precios antes de hacerlo, entonces será un gasto inteligente. Sin embargo, si ya tenemos una computadora completamente funcional y compramos otra porque simplemente nos gustó el color y estamos aburridos, entonces habrá sido un gasto claramente emocional.

Consejos para evitar el gasto emocional

A largo plazo, esta conducta errática nos hará perder mucho dinero y nuestras finanzas personales se verán afectadas, por lo que hay que tratar de solucionarla siguiendo algunos consejos.

Controlar si la compra es necesaria

Lo primero que hay que hacer para controlar y evitar el gasto emocional es tomarnos unos minutos y analizar si la compra es realmente necesaria. ¿Podríamos seguir viviendo sin ese producto o servicio? ¿Qué nos aportaría más allá de un poco de felicidad de muy corto plazo? Estas y otras preguntas tendremos que hacernos para poder empezar a hacer compras inteligentes.

Prestarle atención a la cantidad de dinero

Por otra parte, hay que tener en cuenta el costo del consumo emocional y ver si podemos solventarlo. A veces, un producto o servicio es tan caro que solo podríamos adquirirlo en muchas cuotas, y muy altas.

Notar esta característica podría ayudarnos a obviar tal consumo. La mayoría de las veces, no vale la pena andar tan justos económicamente por un capricho.

Evitar las publicidades

Los especialistas en publicidad saben cómo hacer para llegar a nuestras emociones y, de cierta manera, “obligarnos” a consumir. Por este motivo, es importante tratar de evitar los anuncios comerciales que solo buscan vendernos cosas que no necesitamos. Sí, muy lindas las zapatillas de colores que usan nuestros artistas favoritos, pero podemos vivir sin ellas o con alternativas más baratas.

Utilizar un presupuesto

A su vez, es esencial utilizar un presupuesto personal. Si en el celular o en una agenda tenemos anotado cuánto dinero gastaremos al salir de compras, entonces las probabilidades de caer en consumos emocionales serán menores, ya que sentiremos que nos estamos desviando de lo previamente planificado.

Pensar en alternativas

En tanto, también es aconsejable realizar una lista de actividades alternativas que puedan reemplazar el hábito de consumo emocional. Si estamos aburridos, podemos leer, escuchar música, salir con amigos o mirar series y películas. Si estamos tristes, por ejemplo, podemos hablar con nuestros seres queridos sobre la situación.

Buscar ayuda

En casos más extremos, es muy recomendable acudir a un profesional de la salud mental, como un psicólogo. Si tratamos de “escapar” de la realidad y de nuestras emociones mediante el consumo, podríamos estar frente a un problema que necesita solución. De esta forma, nos cuidaremos a nosotros mismos y a nuestras finanzas.

Controlando nuestras emociones

Luego de leer estos consejos, seguramente estés pensando que la idea es privarte de productos y servicios que te hacen feliz simplemente para ahorrar más dinero. La realidad es que el objetivo debe ser acostumbrar a nuestro cerebro a no gastar innecesariamente en cosas que a mediano y largo plazo no aportarán mucho. En otras palabras, hay que apuntar a adoptar un estilo de vida austero en el que podamos vivir plácidamente, con una sana y sólida posición financiera y sin dejarnos llevar por las emociones al consumir.

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